Yo Solito

Por alejandra el enero 29, 2017 - Regresar

Todos hemos enfrentado grandes retos, sueños y desafíos. Y en medio de las ocupaciones del día a día hemos llegado a tal punto de cansancio y estrés, que sola una cosa retumba en nuestra cabeza: No puedo continuar.

Sé que no soy la única persona que ha atravesado por esto. En ocasiones pensamos que somos autosuficientes. Creyendo que cada proyecto o plan que estamos emprendiendo y ejecutando, lo podremos lograr con nuestras capacidades y fuerzas. Y poco a poco, sin darnos cuenta, sacamos a Dios de la ecuación.

El Señor te ha dado un sueño -un gran sueño-. Él desde el principio predestinó los planes que apenas están subiendo a tu corazón. En otras palabras, Él está más interesado, que tú, en que cumplas tu asignación. Sin embargo, llega un punto donde el agotamiento es tan grande, que nada funciona.

“No es con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. (Zacarías 3:6).

Exactamente hace dos días estaba sentada en el comedor de la casa de mi abuela hablando con ella. Mientras dialogábamos, ella lograba percibir un rostro de cansancio en mí. Así que de repente me dijo: “Estás intentando hacer las cosas en tus fuerzas Alejandra. Recuerda que no son tus habilidades y destrezas, es el Espíritu Santo, tu mejor amigo”. Justo en ese momento algo hizo “¡Boom!” en mi interior, lo medité por unos minutos sin que ninguna palabra saliera de mi boca… Y respondí: Tienes razón.

¿Puedes imaginarte lo que hice esa noche? Entrar corriendo a mi habitación, entregar mi carga al Señor y derramar mi corazón en Su Presencia. Al salir de allí sentía que podía conquistar el mundo y enfrentar cualquier enemigo que se quisiera levantar.

Y este es mi tema del día de hoy: ¡Solito(a) no puedes!

Cuando el hombre decide sacar a Dios de su vida, lo inhabilita para obrar a su favor. No importa si lo que estás haciendo es lo que Dios te mandó a hacer, no importa si estás trabajando en Su sueño; si decides obrar solo, no lo lograrás.

El Señor le dio una palabra, un sueño, una orden, una instrucción a Zorobabel en Hageo 1: Edificar Su Templo. ¡Imagina la responsabilidad que este líder podría sentir! Tenía una gran obra y reto por delante. Como consecuencia a esto, Dios le advierte lo que mencioné en Zacarías 3:6: “Cuidado Zorobabel, aunque el sueño haya nacido en mi corazón, si lo haces en tus fuerzas y mi Espíritu no va contigo, no lo terminarás”.

Pero mientras Su Espíritu estuviera con él, esta era la promesa: “Las manos de Zorobabel echarán cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán (…)”. (Zacarías 3:9).

Jesús también lo dijo: “Vengan a mí todos los que estén cansados y yo les daré descanso. Mi yugo es suave y mi carga es liviana”. (Mateo 11: 28-30).

El deseo de Dios es que seas exitoso, que termines tu carrera en victoria. No obstante, cuando intentas correr sin Él, te agotas, hasta desistir. Y aunque estuvieras en el camino correcto, si Su Presencia no va contigo, la obra no será terminada ni perfeccionada.

Lo necesitas. Necesitas al Espíritu Santo, tu Parákletos: Ayudador, intercesor, defensor, protector, recordador, sustentador, fructificador.

Esa es Su función: Correr junto a ti, ayudándote, intercediendo por ti, defendiéndote, protegiéndote, recordándote lo que debes hacer, sustentándote… Si tienes esta ayuda, ¿qué más necesitas?

¿Tú solito(a)? No puedes.


  1. Maria Paula Vasquez dice:

    Me encanto Ale!!! Amo ver como El Espíritu Santo te usa no solo para ser de bendición a mi sino a otras personas, te quiero ??

Comentarios

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