Desde hace un tiempo empecé a cuidar mucho más mi alimentación, compraba libros e investigaba sobre cómo llevar una vida saludable. Aproximadamente un año y medio atrás mis hábitos alimenticios cambiaron drásticamente. Ahora disfruto comer rico y healthy (saludable). Me he acostumbrado a ir al gimnasio o trotar muy temprano diariamente, y en el peor de los casos –si no alcanzo a salir- hago ejercicio en casa antes de empezar mi día. ¡Esto ha sido lo mejor!
Sin embargo, debo confesarte algo. Hay una cosa que no he podido dejar: el helado. ¿Cómo te explico? Es tan cremoso y frio, su galleta es crocante y sencillamente quiero que el tiempo se detenga mientras lo disfruto. Junto a mi familia acostumbramos comer helado los viernes o domingos. Todos los domingos salimos almorzar, y al terminar, sabemos qué viene después, la mejor parte. Mis hermanos siempre piden chicle, limón o mora; mis papás ordenan de café, arequipe, chocolate o macadamia; y yo, tengo muchos sabores favoritos. Mis postres preferidos son estos:
El volcán de chocolate
El helado
El arequipe
Me pregunto si hay mejor sensación que esta…
Sí, la hay.
Recuerdo preguntarle a mi mamá una vez cuál era la mejor forma que un hijo podía demostrarle a su papá que lo amaba. Ella sin dudarlo me dio la clave al responder: “Chiqui, la obediencia es la mejor forma de decirle “te amo” a un padre”.
Pocas veces entenderás la instrucción. Casi nunca te parecerá. Tu mente querrá comprender por qué dos más dos es cinco y no cuatro (porque así aparenta ser muchas veces la obediencia: sin sentido). Pero tranquilo. Tu deber no es entenderla, tu deber es ejecutarla.
¿Has estado en una caminata extensa? Lo más lógico es que después de un largo tiempo te canses. Que rico sería tener a una persona cerca que te ayude, que al darte un pequeño empujoncito te impulse a tu destino final. En la vida, ese empujoncito lo da la obediencia. Por más insignificante y pequeño que parezca, cada acto de obediencia te impulsa hasta que llegues a la meta.
¡Alerta! “Retén el consejo, no lo dejes; guárdalo, porque eso es tu vida” (Proverbios 4:13). ¿Lo entiendes? ¡Es tu vida! ¡Tu vida! La desobediencia es mortal. Te cuesta la vida. Nunca recibirás el mapa completo para llegar a tu destino aquí en la tierra. Necesitas un impulso, una ayuda que solo la obediencia te puede suplir. No desprecies las instrucciones, atesóralas como joyas preciosas. El solo hecho de ejecutar una orden puede catalogarte como una persona que marcó la historia.
Mira la vida de la joven viuda Rut. Esta mujer tiene un libro exclusivo en la Biblia para ella. Si no salvó a toda una nación de morir de hambre como José, tampoco liberó de esclavitud a un pueblo de millones de personas como Moisés, mucho menos fue arrebatada en un carro de fuego al cielo como Elías, ni fue la persona más sabia y rica como Salomón (hombres que no tienen un libro con sus nombres), ¿qué fue lo que tanto hizo esta mujer para ser reconocida miles de años después con un espacio propio en la Biblia?
Su obediencia.
Si analizas su historia, verás que Noemí, su suegra y mentora, le daba pequeñas instrucciones de cómo acercarse a Booz, hasta el punto de decirle qué ropa usar, qué decir y qué hacer. Ella hubiera podido decir: “¿Por qué el vestido purpura? Quiero el blanco de lino con flores, o mejor me quedo con mi ropa de trabajo. Estoy cansada”. Pero no. La dócil respuesta de Rut hacia ella era: “Haré todo lo que tú me mandes” (Rut 3:5). El final ya lo conoces. Rut llegó a ser la señora de la casa donde había espigado, y como si fuera poco, de su linaje nació mi Redentor y Salvador: Jesús. Y todo gracias al aprecio y valor que le dio a cada instrucción que recibía por más pequeña que parecía.
Mi Pastora, María Paula Arrázola, dijo algo que grabé en mi corazón: “Dios continuamente ofrece bendición a cambio de tu obediencia”. Espiritualmente no sé qué sucede cada vez que escucho, cumplo y honro una instrucción que recibo, pero siempre viene una recompensa a mi vida. Hace cuatro meses recibí un consejo e instrucción de mis papás que no comprendí. Parecía una pérdida. No te puedo explicar cuánto me dolió, pero lo hice. Hoy veo los resultados. La obediencia implica desprenderte de algo que parezca una pérdida temporal para crear recompensas eternas. La obediencia desata las manos de Dios para bendecirte. La obediencia te impulsa. ¿Qué hice después de obedecer? Confié y espere en Dios. Él nunca falla.
Y aquí viene el punto. Este miércoles realicé algo que Dios me había ordenado hacer (créeme que parecía insignificante), pero Sus ojos estaban atentos viendo mi diligencia y prontitud en obedecer. Esa misma noche, vino tanta paz, gozo, alegría y tranquilidad a mi vida que no encontré mejor sensación… Me acordé del helado. Pero luego dije: “Esta es mucho mejor”. Al día siguiente pude ver la recompensa a mi obediencia. Tan rápido como obedezcas, así Dios responderá.
Hoy te reto a probarla. Más que arequipe, helado, brownie o chocolate derretido, te invito a degustar la mejor sensación. Disfruta y percibe la exclusiva y exquisita sensación que solo obedecer produce.
Sammy Ramos dice:
La única palabra que puedo decir de todo esto es: Admirable!
alejandraramirezm dice:
Gracias Samm!
Laura Arango dice:
Alejandra!! Esto marco mi corazón. Eres admirable en todos los sentidos de la palabra!❤
alejandraramirezm dice:
Te quiero mi Lauri linda!