“No encubrí tu justicia dentro de mi corazón; he publicado tu fidelidad y tu salvación; no oculté tu misericordia y tu verdad (…)“. Salmos 40:10.
Muchos quieren impactar el mundo y no se preguntan: Cómo puedo impactar mi familia, mi entorno, mi generación…
Cuando el Espíritu Santo me dijo que llevara un mensaje de esperanza a los jóvenes de mi universidad lo primero que pensé fue que quizá era un pensamiento mío. Sin embargo, cada vez sentía más intensa la necesidad que Él tenía de acercarse a ellos.
Frente a una instrucción solo tenía una opción, obedecer. Le comenté a mi familia y a mis amigos cercanos lo que el Señor había puesto en mi corazón y me apoyaron completamente (le agradezco tanto a Dios por sus vidas, por rodearme de personas tan especiales y apasionadas).
Paso a paso el Señor me mostraba qué debía hacer. Recuerdo que un día en la noche me dijo que lo que los suéteres debían decir era “Jesús es la respuesta”, y añadió: “La gente necesita conocer la respuesta que hace años encontraste”.
Ahora, no creas que fue fácil para mí obedecer. Normalmente las instrucciones de Dios son poco comunes. Quiero que solo imagines que estás en tu colegio o universidad, y de repente entras con un suéter con ese mensaje junto a otras personas. Créeme que aún el mismo martes, 17 de mayo, al levantarme le dije: “Señor, ¿estás seguro?”. Sabía que estaba expuesta a comentarios, críticas, burlas, y por supuesto que la mente quería invadirme de temor. Pero ahí fue donde escuché su dulce voz decir: “Ve, yo estoy contigo”. Eso es suficiente. Ademas, mi preciosa familia me acompañó y apoyó todo el tiempo.
Esa mañana salí de mi casa a clase normal. A las 12:00 p.m. me llamó mi mamá y me dijo que ya habían llegado a la universidad, los nervios aumentaron en ese instante. Cuando me llamaron estaba en la cafetería, así que me acerqué al parqueadero. Mientras caminaba le decía: “Señor, ¿seguro seguro?”, y nuevamente me dijo: “Yo estoy contigo”. Me subí al carro, nos pusimos los suéteres y oramos. Aunque los nervios seguían, avancé.
Entramos por un largo pasillo y cada mirada se dirigía a nosotros. En la cafetería todos nos miraban. Entonces empezamos. De mesa en mesa, banca en banca, nos sentábamos y le hablábamos a todos de cómo un día Jesús fue nuestro salvavidas. Donde veíamos jóvenes ahí llegábamos. Recuerdo que al llegar a una mesa le conté a todos lo que había atravesado desde pequeña. Creo que la mejor forma de llegar a otros es a través de nuestras vidas, para que vean que no hay personas perfectas, sino un Dios que recoge las cenizas, restaura y ama, y hace todo nuevo.
¿Qué te puedo decir? Fue hermoso. Atentos y receptivos nos escuchaban. Muchos abrieron su corazón. Sé que algo grandioso sucedió en sus vidas. Una semilla fue plantada. No encuentro mayor felicidad que esa. Sentía tanta alegría y tranquilidad en mi corazón por obedecer a Dios, y por compartirle a muchos la respuesta que me ha ayudado todos estos años.
Ese día al acostarme pensé “ahora sí me puedo graduar tranquila de la U. Cumplí la misión”. No olvides que hay un propósito más allá aparte de ir al colegio/ universidad a estudiar, o a la oficina a trabajar. Has sido asignado por Dios a esas personas con quienes compartes a diario.
Solo quiero que el resto del día pienses en esto…
Sé que eres alguien escogido por Dios para grandes y maravillosas cosas. Sé que el plan de Dios es perfecto para tu vida. Y tú sabes que lo mejor que te ha sucedido ha sido conocerle. Estás llamado a impactar tu generación, tu familia, tu barrio, tu escuela, tu trabajo, tu entorno… Hay alguien esperando por ti, esperando que le hables de Jesús.
Hay mucho dolor y sufrimiento en personas muy cerca de ti, que con una sonrisa ocultan la lucha interna de batallas que atraviesan diariamente. Tú sabes cómo ayudarlos. No lo guardes, no lo escondas. Ellos están esperando por ti… Están esperando que alguien los saqué de ese foso de desesperación.
Eres el escogido para decirles: “¡Oye! Tengo la respuesta y solución a tu problema: Jesús“.
Mercedes Sarmiento dice:
Yo tengo la respuesta, Jesus. Una semilla plantada nunca es en vano, y yo quiero esa camiseta!
alejandraramirezm dice:
Claro que sí! Puedes tener el suéter ?
John Andres dice:
que buen post Ale… todos debemos leerlo. Yo también quiero el suéter!!!
alejandraramirezm dice:
Súper!!! Claro que sí!!
John Andres dice:
Así es, todos debemos leerlo. Yo también quiero la camiseta!!!
Dorelcy Lara dice:
Me encanta… que bueno leer esto… yo también quiero la camiseta.
alejandraramirezm dice:
?
yolimaarmesto dice:
Super!!! De Inspiracion.
Adriana grey diaz dice:
Alejandra que bendicion el leer esta reflexion tuya, maravilloso todo lo que Dios ha hecho en tu vida y familia , sabiendo todo el proceso por el cual Dios lo ha pasado, de veras que se parado de Dios nada podemos hacer , el es el que quita nuestro dolor y nos ayuda en nuestras lucha el es nuetra solucion.. Dios te bendiga a ti y a tu familia te quieeo mucho muchos beso y abrazo
alejandraramirezm dice:
Amén! Saludos!
emelith dice:
asi es Dios es la respuesta