Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo».
Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor». (Salmos 27:8 NTV)
De 4:30 a.m. a 6:00 a.m. será el tiempo devocional. Después, de 6:00 a.m. a 6:30 a.m. debo desayunar -mientras escucho las noticias en la radio-. Luego, iré al gimnasio de 6:50 a.m. a 8:30 a.m. Posterior a esto podré iniciar las labores que correspondan a ese día… El miércoles dedicaré la jornada de la tarde para trabajo ministerial, el jueves en la mañana es el día para escribir en el blog.
Sí, lo sé. Debo dormir mínimo “seis horas”, he intentado; sin embargo, tengo tantas cosas que hacer. Creo que esa es la razón por la que me acuesto tarde y me levanto tan temprano. ¡Ay! La verdad es que no me alcanza el día.
“Espíritu Santo, Tú lo sabes, tienes un tiempo asignado. Mi primera cita. Una hora y media de mi día”. Aunque hoy me levanté más tarde… ¡Ahora se me cruzó todo el horario!, no puedo ir al gimnasio porque debo hacer el devocional antes de salir.
Así estaba. Sin parar. Todo el día. Con mi planeador y mi “To Do List” (lista de cosas que debo hacer).
Ese precioso y confortador tiempo diario con Él se había convertido en un ciclo de mi rutina que debía cumplir a cabalidad, y que finalizaba exactamente a la hora establecida para poder cumplir con el resto de actividades programadas. Lo que había iniciado como una cita que Él lideraba, donde disponía qué hacer; ahora era una jornada planeada y estrictamente organizada por mí. Donde sabía cuándo terminar. Yo decidía. Sabía en qué momento iniciaba la lectura Bíblica, y a qué hora y minuto acababa.
Me pregunto… ¿Cuántos momentos perdí cuando Él quería tenerme en Su presencia para hablarme, instruirme, enamorarme, corregirme, amarme, ungirme, y que por prisa me fui? ¿Cuántos detalles? O simplemente, momentos para disfrutar, en silencio, su dulce y apacible presencia. Tenía muchas cosas que hacer, si me pasaba 30 minutos más probablemente se me cruzaba toda la rutina.
Ese era el espacio.
Estaba planeado. Organizado.
Era mi horario. Mi rutina.
Así estaba el Espíritu Santo… Encajonado.
Me encantó esta definición: “Encajonar: meter algo o a alguien en un sitio estrecho. Dentro de un cajón”. Solo imagínalo, ¿tienes libertad en un ascensor? No. Son “cuatro paredes”. Mucho menos en una caja. Estás limitado. Atado. Y así estaba Él, mi estricta organización lo tenía limitado.
Te has preguntado: “¿Por qué se manifiesta más a otros que a mí?”. Romanos 2:11 dice que Él no tiene favoritos. La diferencia es que unos han tenido hambre y sed ardiente por Él, han pagado un precio, han pasado horas y horas –ilimitadas- con Él; han dejado la actividad que estén realizando cuando lo escuchan decir: “Te estoy esperando”. Quiero que sepas que Él llegará hasta donde tú se lo permitas, serás saciado(a) dependiendo de tu hambre por Él.
Cuando le dijiste: “Espíritu Santo te entrego todo mi ser”, declaraste algo poderoso; y Él lo tomó muy enserio. Hay momentos donde debes dejar tu agitada planeación para atenderlo. Y aunque tu agenda te exija que aquella tarea debe ser realizada en ese instante, si sientes ese intenso deseo en tu espíritu de Él diciéndote que necesita hablarte, es tiempo de correr. ¡Ve! ¡Ya! ¡Búscalo!
Si le dices “Dios”, “amigo”, “consejero”, “ayudador”, “guía”, “Padre”, ¿por qué no acudes a Él como tal? El Espíritu Santo está junto a ti. En cada momento. 2 Timoteo 1:14 dice que Él mora en nosotros. ¿Lo entiendes? ¡Está en ti! ¡Está en mí! Por favor, guárdalo, atesóralo, hónralo, búscalo, amalo. Él siente, habla, escucha, abraza, guía… Es una persona.
La excusa no puede ser: “Tenía tanto que hacer”. Mi pregunta para ti es: “¿Cómo tienes tiempo para otras cosas (trabajar, estudiar, pasear) y no para Él? Sacrificio. Esa palabra describe todo lo que debes hacer. ¿Por qué no apagas el televisor y lo buscas? ¿Por qué no te levantas 30 minutos antes? ¿Cómo puedes empezar tu día y andar diariamente sin buscarlo?
La Biblia describe en Daniel 6:10 que Daniel buscaba al Señor tres veces al día. ¿Crees que no tenía nada más que hacer? ¡Por favor! Ese joven fue ascendido en Babilonia en el 605 a.C. a un rango de influencia y alto servicio en la corte, gracias a su intelecto y espíritu superior. Lo menos que él tenía era tiempo libre. Los que tienen altos cargos en el gobierno saben la responsabilidad y trabajo que se requiere. Sin embargo, Daniel sabía establecer prioridades. Sabía cuándo dejar asuntos urgentes para buscar lo importante: al Espíritu Santo. Le dio su tiempo. Su energía. Su vida.
¿A dónde deseas llegar con tanta prisa? Priscilla Shirer, en su libro “La Resolución para Mujeres” dice: “(…) resiste el impulso de abarcar demasiado. Concéntrate en lo que es importante hoy”, y más adelante menciona: “Cuando tu objetivo es honrar a Dios, se recorta tu propósito y se ajusta tu atención”. Enfócate. Detente. Examínate.
“Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová” dice el Salmista en el capítulo 27 versículo 8. Ese ha sido el clamor del Señor: “Búsquenme. Búsquenme. Búsquenme”. Y me asombra lo que dice Salmos 14:2: “Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido que buscara a Dios”; en otras palabras, ¿habrá algún inteligente? Que sacrifica y paga un precio con diligencia por buscar a Dios. Que deja su agenda por atenderle a Él.
Después de entender esto sí tengo hora de entrada a mi cita diaria con Él; pero, ¿hora de salida? Parece que no. Él decide. Lo disfruto. Y aunque me falta mucho por mejorar y crecer en Él, sé que cada día me viste de poder para atenderle.
Ahora, la pregunta es: ¿Dónde tienes al Espíritu Santo de Dios?
¿Encajonado?
Marisol Muvdi dice:
Hermoso mensaje Ñaña y muy cierto, muchas veces tenemos tiempo para todo y para buscarlo a El como debe ser. Tenemos que darle la prioridad a Dios para asi poder vivir en victoria
Giselle Guardo dice:
Super….Excelente !!!
Andrea Quesada A dice:
Hola, de una manera casi que inexplicable, espero cada viernes para permitirme aprender de lo que ha sido y es tu vida, desde que lo conociste a Él, a partir de lo que compartes en cada post. Y de alguna y otra manera me ha ayudado en mi vida personal, y sé que Dios a empezado una obra en mí que la llevará a feliz término. Gracias por compartir este espacio, es realmente una Bendición.
AQA
alejandraramirezm dice:
Qué alegría leer esto!!! Dios es muy bueno
Angelica Herrera dice:
Que hermosas palabras…
Entre en este blog por curiosidad, e Inexplicablemente Dios respondió a mi pregunta.
Bendiciones, y que bueno que des de gracia lo que por gracia has recibido?