Caminando contigo…

Por alejandra el junio 10, 2016 - Regresar

Esta mañana asomada en mi ventana veía el amanecer. Al levantarme todo estaba oscuro. Cuando entré a mi lugar secreto a encontrarme con Él algo distinto sucedió: su dulce presencia invadió mi cuarto. No me podía contener, Él estaba junto a mí. Una vez más. Un día más. En ese momento escuché su apacible y tierna voz decirme: “Abre tu ventana. Tengo algo para ti”. Casi derretida de amor, corrí a abrir mi ventana. Esto se puso mucho mejor. Era el amanecer. El mejor amanecer junto a Él. Me deleitaba mientras veía el alba salir… Con lágrimas en mis mejillas le dije: “Espíritu Santo, han sido los mejores cinco años caminando contigo”.

Sí, los mejores.

Cuando tenía dos años mi familia entregó su vida al Señor. He crecido en un hogar cristiano, donde recuerdo que ir a la Iglesia nunca ha sido una opción. Cada domingo mi mamá me levantaba y decía: “Vamos a la Iglesia”. Sin embargo, en el 2011, en noviembre, un evento cambió el rumbo de mi vida. Pensé que lo conocía. Por favor, yo “creía conocerlo”.

Recuerdo que estaba sola en mi casa cuando recibí una llamada de mi papá: “Mi vida, voy a pasar por ti para que duermas  aquí. Tu mamá me llamó y me dijo que tuvo que ir al hospital”. ¿Qué? ¿Cómo así? ¿Qué le pasó a mi mamá? –pensé-. Para que puedas entender la historia, cuando  tenía seis años  mis papás se separaron. Pero Dios ha sido tan bueno. Mi papá siempre ha estado junto a mí. Y mi mamá  se casó con Rube, quien también ha sido mi papá todos estos años. Así que he tenido dos padres que me han amado, guiado, consentido e instruido. ¡Cuán afortunada soy por tenerlos!

Retomando el tema, decidí llamar a mi mamá para ver qué había sucedido. Ella había salido junto a Rube y mis hermanos a conocer a mi primito recién nacido. Cuando me contestó escuché una palabra difícil de olvidar: “Disparo”. Angustiada le pregunté a mi mamá qué había pasado.

-¡Mami! ¿Qué pasó? ¡Dime! ¿Algo le pasó a Rube?- pregunté.

Con voz entrecortada por el llanto mi mamá se rehusaba a decirme. Hasta que desistió y me respondió: “Chiqui. Le dispararon a Rube”. ¡Qué! ¡A mi papá! ¡Por qué!

Fue la peor noche. No pude dormir. Mi papá pasó por mí a casa. Cuando lo vi solo pude abrazarlo y llorar. No paraba de llorar. De allí en adelante nuestra vida cambió. No regresé más a mi casa, me cambiaron de colegio. Junto a mis hermanos  nos  fuimos a casa de mi abuela, mientras mi mamá estaba todo el día en el hospital con Rube (quien tuvo una recuperación sobrenatural). Mi mamá salía únicamente del hospital los domingos a la Iglesia a servir. Ahora, te preguntas por qué no pude regresar a ese colegio, por qué nos mudamos y por qué no podía salir. No sabíamos si había sido un accidente o un atentado por un caso que estaba manejando Rube en su trabajo. Así que de repente escoltas custodiaban su habitación en la clínica.

Todo cambió. Para bien.

En ese momento tan difícil conocí a la persona que me ha cautivado estos últimos cinco años. Encontrarlo bastó para no querer soltarlo jamás. Una tarde entré a un cuartico que tenía mi abuela en la parte de atrás de su casa. Caí postrada y le dije: “Toda mi vida he escuchado de ti Señor. Quiero conocerte. Espíritu Santo quiero que seas mi amigo, ¡quiero ser tu amiga!”. Por primera vez, me visitó de una forma indescriptible. Él estaba allí. Lo sabía -como también sé que está aquí mientras escribo-. Nunca había sentido algo como lo que ese día experimenté. Su Gloria llenó ese cuarto. Su abrazo me cubrió. Su paz me inundó. Su amor me cautivó.

¿Qué te puedo decir? Lo mejor que me ha pasado ha sido conocerle. Crecer en una familia cristiana no era suficiente, necesitaba tener un encuentro con Él. Solo Él y yo. Después de allí entendí que estaba conmigo en todo lugar, en todo momento. Se convirtió en mi amigo. Mi mejor amigo. Llegó para cambiar  mi vida.

Cada detalle me ha conquistado. Su voz ha traído calma en las tormentas. No hay algo que más disfrute que detenerme y escuchar su  voz, estar con Él. Aun cuando guarda silencio sé que está junto a mí. Sus palabras hacen que mi corazón palpite. Sentir su mirada me enamora. Me encanta levantarme, sentarme en mi alfombra y saber que Él está junto a mí. Llora conmigo. Ríe conmigo. Me escucha. Me alienta. Me habla. Me corrige. Me enamora. Todo lo que me pasa es importante para Él.

Otra fecha que no olvidaré es el 05/09/15. Ese día le dije: “Quiero terminar mi carrera. Me enfoco en correr en mi asignación sin olvidar mi primer amor”. Y  eso he procurado. No quiero olvidarme ni un segundo de mi día de Él.

Como dice Salmos 73:25: “¿A quién tengo yo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo ya nada quiero en la tierra”. Si estoy con Él es suficiente. No hay vacíos. ¿Qué más puedo querer si lo tengo a Él? ¡No lo quiero soltar jamás! ¡No lo quiero entristecer!

Servirle, mi mayor pasión. Adorarlo, mi deleite. Escucharlo, mi placer. Conocerlo, mi obsesión.

Y este post es dedicado solo para Él. La persona que iluminó, encendió y cautivó mi vida.

Han sido los mejores cinco años Espíritu Santo… Caminando contigo.

atardecer


  1. Chiqui amada. Yo soy el demasiado afortunado por tenerte. Qué gran privilegio me ha dado Dios. Eres el reflejo de su confianza y amor por mí. Adelante! Lo mejor está por venir. // Rube

  2. keila Díaz dice:

    Que hermosa experiencia Ale, recuerdo bien todas las promesas que Dios dio a tu vida hace muchos años.. abrazos y bendiciones. Te recuerdo mucho.

Comentarios

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